Por qué "Lion Dance"
Desde hace más de dos milenios, el león ocupa un lugar especial en la cultura milenaria de China. Aunque este animal no existía en el imperio de forma natural, su figura llegó a través de relatos, de la adopción del budismo y de ofrendas diplomáticas desde Asia Central y Persia. Rápidamente fue adoptado como símbolo de fuerza, protección, nobleza y buena fortuna.
En templos, palacios y edificios imperiales, perros león guardianes de piedra, conocidos como Shishi o perros Fu, custodiaban las entradas para ahuyentar los malos espíritus y proteger los hogares de la energía negativa. Representaban las virtudes más deseadas: poder, lealtad, sabiduría y benevolencia perviviendo hasta el día de hoy.
Al no existir leones reales en China, se buscó una representación viviente de esas cualidades. Y la encontró en un perro de porte majestuoso, melena exuberante y mirada noble: el Pekinés. Para los antiguos chinos, este pequeño perro encarnaba perfectamente el espíritu del león: valiente, sabio, protector y profundamente leal a su familia.
Como amuleto de buena suerte se incluyó en las representaciones artísticas y festividades, con el uso de disfraces, bailes acrobáticos y exhibiciones, así como llevar las ofrendas acompañados de otras figuras como los dragones.
La danza que da nombre a nuestra casa
La célebre danza del león, o Lion Dance, que se ejecuta en festividades y ceremonias para espantar malos espíritus y atraer la buena fortuna, no representa en realidad a un león africano, sino al perro león pekinés.
El disfraz utilizado reproduce fielmente su silueta característica:
Cara plana, ojos grandes y redondos y una boca amplia, adornada con colores vivos.
Penachos de pelo largo y sedoso, evocando la melena imperial.
Dos artistas ocultos en su interior sincronizan sus movimientos para dar vida a esta figura mágica: el “león” salta de pilar en pilar con sorprendente agilidad, sacude la cabeza con gracia y juega con una gran pelota, igual que los perros Fu guardianes de los templos imperiales.
Este tipo de danza acrobática está considerada Patrimonio Cultural Inmaterial, tiene diferentes variedades dependiendo de la región de China y se realizan competiciones entre equipos por lo que sigue muy activa en la actualidad.
Este espectáculo ancestral es mucho más que una danza: es un acto de protección espiritual y celebración de la vida, una tradición que ha sobrevivido durante siglos y sigue emocionando a generaciones enteras.
Es habitual que los diferentes Lion Dance de la ceremonia muevan el rabo, pestañeen, bailen, realicen acrobacias, y en momentos más tranquilos pueden verse jugando entre sí como si fueran cachorros tanto con pelotas como con el público asistente, a veces se dejan hasta acariciar la cabeza por algún niño.
Curiosamente el disfraz de Lion Dance tiene un rabo corto, en vez de uno largo que sería lo esperable en un león o un perro común, sin embargo conocemos que en la época del pekinés en el imperio Chino había pekineses sin rabo, que probablemente nacían rabones, y aunque mediante selección es algo que hoy en día ya no vemos los criadores, era algo más común en el pasado.
La leyenda del perro león
Según una antigua leyenda, un poderoso león se enamoró de una pequeña monita. Para poder unirse a ella, pidió a los dioses que lo hicieran más pequeño. A cambio de su tamaño, conservó su valentía y nobleza. Así nació el Pekinés, fruto del amor entre el león y la monita: un ser diminuto con la fuerza y el corazón de un león, y la ternura y astucia de una mona.
Guardianes de un legado milenario
El Pekinés es una raza con más de dos mil años de historia documentada, una joya viva que ha sido testigo de imperios, dinastías y transformaciones culturales. Gracias a la devoción de quienes lo cuidaron a lo largo de los siglos —desde emperadores y damas de la corte, hasta criadores especializados en todo el mundo—, esta raza ha resistido modas pasajeras y tendencias efímeras, manteniendo intacta su esencia.
Hoy, tenemos el privilegio de ver jugar y correr a un Pekinés exactamente como lo hicieron en la Ciudad Prohibida, siglos atrás. Cada ejemplar es un testigo viviente de la historia, un pequeño guardián de valores ancestrales.
En Lion Dance nos sentimos profundamente honrados de ser parte de esta cadena de custodios. Criamos con amor, respeto y responsabilidad para proteger este legado milenario, asegurando que la nobleza, el equilibrio y la magia de esta raza sigan brillando en el presente y el futuro para dejar un legado que perdure por generaciones y no se pierda en el olvido del tiempo pasado.
Si quieres conocer más sobre la historia y evolución del Pekinés visita la sección sobre la raza.